Despedidas
Y la solté…
Y el dolor me consumía por dentro. Mi alma gritaba con fuerza y mi
cerebro trataba de resolver la incógnita de aquella ecuación llamada amor. Que
mi corazón se partió en infinitos pedazos y que a día de hoy, todavía me faltan
piezas. Que derribó mi castillo con solo dos palabras, que apagó mi sonrisa con
solo una fría mirada. Que me llevó
tiempo aceptar que no eras nada, que me costó noches enteras entender que no me
merecías. Que necesité que me golpearas contra el suelo, para entender que, a
veces, también se está bien aquí abajo. Que
al fin y al cabo no somos tan diferentes, que todo podría haber sido una bonita
historia si tú te hubieras atrevido a mirar la vida de frente. Que tú perdiste a alguien que te amaba de
verdad, solo por no atreverse a dar un paso más, solo por cometer el grave
error de refugiarse en la monotonía.
Pero yo gané algo importante. Yo conseguí un amor de verdad, yo conseguí
que me amaran sin juzgar. Y ese amor se llama propio y era el mejor que había
conocido en mi vida. Y estaba segurísima de era con él con quien pasaría el
resto de mi vida.
Y ya ves, a día de hoy todavía sigo rota. Y tengo miedo cuando
nuestros ojos se encuentran y no siento mariposas en el estómago. Y tengo miedo
de que no ame a nadie más. Y tengo miedo de que no me vuelva a enamorar. Pero
lo que de verdad temo, es que por culpa de ti, no vuelva a vivir.
Así que por eso,
te digo adiós.
Pongo punto y final
a esta guerra,
llamada amor.



Comentarios
Publicar un comentario